Entrevista al sensei Taiji Kase – Por Pedro Conde


Taiji Kase, maestro de maestros.
Taiji Kase, el guerrero del Shotokan.
Taiji Kase, el último samurai del Shoto-kan.

Algunas de las declaraciones que a continuación vais a leer, pertenecen a una de las últimas entrevistas que concedió el sensei  Kase. Esta fue realizada en el penúltimo cursillo que dio el sensei en España.


Sinceramente, no quedé satisfecho de la misma. Había sacado poquísimo, para los conocimientos que el sensei atesoraba. Lorenzo Parra, el organizador del cursillo, al percibir mi decepción, me invitó a una especie de rueda de prensa, que tendría lugar, horas más tarde, en su Dojo. Allí, tras contestar a un par de preguntas, el sensei, nos relató su historia. Toda una vida dedicada a las artes marciales. ¿Cuántos maestros y artistas marciales pueden decir que conocieron y entrenaron con Gichin Funakoshi, Yoshitaka Funakoshi, Morihei Ueshiba, Matsutatsu Oyama etc.?  Todos lo que acudimos al acto, éramos conscientes que ante nosotros teníamos un trozo de historia de las artes marciales en general y en particular del Karate Shoto-kan. Todos éramos conscientes, que posiblemente, no existiría una segunda oportunidad.  Todos sabíamos que algún día podríamos alardear de haber conocido y algunos, entrenado, con Taiji Kase, el maestro de maestros, el último samurai del Shoto-kan.

Al final, sin pretenderlo, logré con creces mi objetivo…

El maestro Taiji Kase nació en Japón, el 9 de febrero de 1.929, en la capital de la prefectura de Chiva, la cual se encontraba a 40 kilómetros de Tokio. Su padre era un célebre maestro de judo, tenía grandes planes para él en este arte marcial, por lo que a los 6 años empezó a practicarlo. Arte que entrenaría durante 9 años “De pequeño, mi padre me obligó a practicar Judo. La mayoría de mis compañeros de Dojo, practicaban Judo porque sus padres les obligaban. A mi me gustaba, lo que no me gustaba era que me padre me impusiera ir al Dojo. En 1944, con 15 años, al poco de aprobar el examen de segundo dan, tuve la oportunidad de ojear un libro de Gichin Funakoshi titulado «Karate Do Kyohan», cuyas fotografías de técnicas me sorprendieron viva-mente, pues era algo que yo no había visto nunca. Así que decidí acercarme al Dojo de Shoto-kan, y entonces asistí a una sesión de Karate dirigida por el propio Gichin Funakoshi. Yo ya conocía el Judo, Kendo y algo de Aikido, pero aquello era totalmente dife-rente. Su capacidad de control, y de acabar con un adversario de un solo golpe y sin armas, me impresionaron mucho. Quería aprender aquello. Después de hablar con Gichin Funakoshi y tras asegurarse que no era un pandillero, ni un camorrista, fui aceptado como alumno en el Dojo Shoto-kan.”
El Hombu Dojo se comenzó a  construir a mediados de 1935 en Zoshigaya Toshima, Tokio, y  las obras  finalizaron prácticamente un año después. Funakoshi, con 69 años por aquel  entonces, lo inauguró el 29 de enero de 1936. Tras un entrenamiento ceremonial, Yoshitaka Funakoshi se hizo cargo de las clases.


El 7 de diciembre de 1941 Japón bombardea Pearl Harbor. Al estallar la guerra, muchos japoneses buscan un arte marcial eficaz y resolutivo en combate. EL Karate, pese a su mala fama, no se enseñaba a cualquiera? “Creo que el tener un segundo dan de Judo, me ayudó enormemente a ser aceptado como alumno en el Dojo Shotokan. Por aquel entones, se era muy selectivo en la elección de alumnos y no era para menos… Quizás hoy en día esto puede parecer un poco exagerado, pero en 1944, las personas que poseían un arma de fuego, una katana o que practicaban Karate, debían notificárselo a la policía. Un cinturón negro era considerado como un arma viviente. De hecho proliferaban los relatos en los que un cinturón negro de Karate había echado a “golpes” a una banda de mafiosos o de golfos de su barrio. ­Tras guardar silencio, con la mirada perdida, añade-: Los cintos negros de Karate eran muy, muy respetados en todo Japón. Su espíritu, nivel y mentalidad era totalmente distintos a los de hoy en día.”

Curiosamente, los únicos que estaban obligados a realizar aquella notificación a la policía eran los practicantes de Karate. Los practicantes de otras  artes marciales, no tenía que hacerlo. Aquella reputación o fama no era inmerecida. “Por aquella época no se hacía Jyu-Kumite (combate libre), sino Ippón Kumite (combate a un solo golpe), Kihon Kumite (apli-cación de los Katas) y Sambon Kumite (secuencias de ataques y defensas). Pero se golpeaba duro, muy duro, con mucha rapidez y explosividad: ataque, bloqueo, contraataque. Se buscaba aplicar las técnicas de los Katas con el máximo realismo. Tanto que en muchas ocasiones, al ejecutar una patada o una defensa, se producían fracturas. Es decir, tantos los ataques como las defensas eran totalmente reales, desconocíamos lo que era el control. Recuerdo que en una ocasión, un compañero pequeño y delgado, se fracturó el brazo al realizar un Gedan Barai (defensa) ante un ataque de Mae Geri (patada frontal) de alguien mucho más alto y fuerte, pero con su contraataque, tumbó a su adversario. Eso era el espíritu del Dojo Shoto-kan…”

El maestro Kase, tuvo la gran suerte, no solo de entrenar en le Hombu Dojo original si no también de aprender con  Yoshitaka Funakoshi, hijo de Gichin Funakoshi. Yoshitaka apoyado por su padre y por otros maestros destacados, fue quien separó definitivamente el Karate Do japonés del arte practicado en Okinawa,  dando a las técnicas una personalidad propia, que no tenía nada que ver con el Karate que se realizaba originalmente. Siendo el gran artífice del Karate Shoto-kan. Muchos le consideraban un auténtico fenómeno del arte, llegando a alcanzar un nivel técnico y una maestría increíbles. Quien tuvo la oportunidad de conocerle y entrenar con él, le consideraban como el mejor karateka de todos los tiempos. “Cuando me inicié en la práctica del Karate Shoto-kan, mis seniors me explicaban que el sensei Funakoshi fue el pionero del Karate en Japón. Pero también me explicaban que por la edad, él ya no podía realizar cambios, la gran evolución y el desarrollo del Shoto-kan fue llevada a cabo por su hijo Yoshitaka. Al principio, cuando yo era un principiante, no me entrenaba Yoshitaka. Yo entrenaba con sus asistentes Hironishi y Egami, que eran la élite del Karate univer-sitario y que eran los que entre-naban a los principiantes. Gichin por esta época ya era muy mayor, y aparecía una vez por semana para supervisar las clases. Yoshitaka en cam-bio tenía treinta y tantos.A pesar de los años trascurridos, tengo grabada en la memoria la primera clase que entrené con él. Un día se presentó un sensei diferente a darnos la clase, yo no sabía quién era, cuando pregunté, por curiosidad, quién era aquel profesor, me comentaron que era Waka sensei (el joven sensei). Nos enseñó a ejecutar el Mae Geri lentamente, y sin apoyar la pierna a cambiar a Yoko Geri, y seguidamente, sin apoyarla a cambiar a Mawashi Geri. Después nos dijo: <<Os voy a mostrar cómo se debe de realizar las tres patadas correctamente.>> Ejecutó las tres patadas igualmente de fuertes y rápidas, todavía recuerdo el crujido en el aire de cada patada, acompañado de una luz blanca del pantalón del Karate-gi. Cada patada sonaba como el trueno de una tormenta. Nos quedamos todos sorprendidos, no habíamos visto nada igual en el Dojo Shotokan.
Aquel día practicamos solo patadas: Mae-geri (frontal), Yoko-geri (lateral) y Mawashi-geri (circular). Esta última era su especialidad: subía una rodilla muy alta, casi hasta el pecho, y desde ahí lanzaba el pie, mientras la pierna de apoyo, mantenía la rodilla flexionada. La clave de la patada está en realidad en la pierna de apoyo, que es la que mueve todo el cuerpo y dirige el golpe.


Entrenamos golpeando de forma alterna a nivel medio y alto, primero más lento y cada vez más rápido. Las patadas de Yoshitaka eran electrizantes. Todavía me acuerdo nítidamente de esto, y fue hace más de 60 años. Era impresionante.”

Los entrenamientos de Yoshitaka tenían fama de ser durísimos, haciendo repetir las técnicas cientos de veces, hasta caer en la extenuación. Como él decía, había que estar por encima de las posibilidades de cada uno, sólo así se podía estar preparado para una situación real. ”Waka Sensei tenía como máxima <<Romper el cuerpo para liberar el espíritu>> esa era su mentalidad, por los que sus en-trenamientos eran verdaderamente muy duros, no tenían nada que ver con los que se realizan hoy en día, ni siquiera con
una de mis antiguas clases y eso que tenían fama de ser duras. Entrenábamos de manera obsesiva. A veces salías literalmente huyendo del gimnasio, porque no aguantabas más; pero, tras meditarlo unos días, casi todo el mundo regresaba al entrenamiento.
No podías dejar de entrenar. Recuerdo que en una ocasión me rompí un brazo, y seguí entrenando con el otro. Así era nuestra mentalidad: no había excusas, había que entrenar. Todos conocíamos la terrible enfermedad de Waka sensei, sin embargo, era quien entrenaba mas duro. Ese era espíritu que prevalecía en el Shoto-kan Dojo. Para mí, es un gran tesoro guardar todos aquellos recuerdos.”

Taiji Kase durante algún tiempo compaginó las clases de Judo con las de Karate, a pesar de tener segundo dan de Judo y un próspero futuro en él, decidió abandonar definitivamente el arte del maestro Kano. “Cada vez me interesaba más el Karate y sentía menos interés por el Judo. Este desinterés fue motivado sobre todo a que cuando realizaba randori de Judo y llevaba a la práctica mis técnicas de Karate, anulaba a mis adversarios.
Sabía que con un solo golpe podía vencerlos. El Judo es un gran arte marcial, pero mi auténtica pasión era el Karate Shoto-kan. No tenía ningún sentido restar tiempo a mis entrenamientos de Karate.”

Tras varios años de contienda, el ejército japonés, necesitaba soldados. A finales de marzo de 1945, con tan solo 16 años, se alista en el ejército del aire, concretamente en el cuerpo especial de kamikazes. Sin embargo, y para suerte del Karate Shotokan, la guerra acabó en agosto de ese mismo año. “Para Japón perder la guerra contra Norteamérica fue un shock muy traumático, del que todavía hoy aún no se ha recuperado del todo.


Mucha gente de mi generación luchó en esa guerra, algunos como yo estábamos destinados a ser Kamikazes. Yo no llegué a serlo porque se acabó la guerra justo antes de que me tocara salir de misión suicida. A esas alturas de la guerra había más pilotos que aviones. Nosotros en aquel periodo teníamos el espíritu y la mentalidad del combate a muerte, era el mismo espíritu del
Karate donde se luchaba a vida o muerte, porque teníamos que defender a nuestro país. Esto hoy en día puede sonar un poco duro, pero nosotros lo teníamos muy claro?


Durante la contienda, practicábamos siempre con la idea de matar al adversa-rio, en cada técnica, en cada movimiento. En combate, manteníamos ese mismo espíritu, solo que en el último instante detenías el golpe. Pero incluso con todo ese control, a veces se producían accidentes bastante duros, que no se ven hoy en día en los Dojos.
En aquel periodo, la perspectiva de vida de los jóvenes era la de morir muy jóvenes, era la de morir a los veinte años.”

Casi al final de la guerra, en la primavera de 1945, Yoshitaka murió a causa de la tuberculosis. Su padre hace trasladar su cuerpo a Okinawa, para enterrarle allí. En este periodo de tiempo, un bombardeo destruye el Hombu Dojo. El maestro Kase, a no tener donde practicar el Karate volvió a reanudar sus clases de Judo.
El 15 de agosto de 1945 el emperador Hiro Hito acepta la rendición sin condiciones por parte de Japón; el 2 de septiembre se firman las actas oficiales de la rendición a bordo del acorazado Missouri, en presencia del general Douglas McArthur. Tras la guerra, el ejército de ocupación prohibió durante tres años la  práctica de las artes marciales. Esto fue otro duro golpe para Funakoshi, que había perdido a su hijo y, en el transcurso de la contienda, a la mayoría de sus alumnos, sin contar la destrucción del Hombu Dojo. Funakoshi vivía en Okinawa con su esposa, que fallece al poco tiempo. Aquella nueva desgracia, juntos a las anteriores, le hundieron en una profunda depresión.
Giei, uno de sus hijos, le escribió rogándole que volviera a Tokio. O-sensei decide volver y se reúne con los principales y más fieles de sus alumnos de Yoshitaka: Genshin Hironishi, Minoru Miyata, Shigeru Egami, Isao Obata y Kishinosuke Saigo. El objetivo principal de estas reuniones era la obtención del permiso de los norteamericanos para seguir practicando Karate.


Fue entonces cuando Masatoshi Nakayama logró convencer a las autoridades americanas de que el Karate no era un arte marcial japonés, si no chino. Con estos argumentos, y algunos otros, logró levantar la prohibición de la fuerzas de ocupación. Una vez obtenido el permiso, el primer objetivo de Funakoshi fue la reconstrucción del Hombu Dojo, junto a él, también construyó su casa.


Mientras se construía se siguió practicando en los Dojos de las universidades o simplemente donde se podía, de hecho y según algunos maestros de Karate, pese a las adversidades, en ningún momento se dejaron de entrenar Karate, solo que en vez de hacerlo legalmente, se entrenaba a escondidas; en grupos reducidos de personas. De hecho Taiji Kase, tras un pequeño parón de la guerra, siguió entrenando con un grupo de personas en el Dojo de la universidad de Senshu, en la cual se matriculó en la rama de ciencias económicas. A finales de 1946 obtuvo su primer dan.


”La universidad de Senshu invitaba una vez a la semana a diferentes maestros, allí tuve la oportunidad de entrenar con Genshin Hironishi, Shigeru Egami, Hiroshi Kamata, Tadao Okuyama, Yoshiaki Hayashi, etc. A entrenar con diferentes maestros tuvimos la oportunidad de tener una visión más amplia que otros, porque aunque todos eran Shotokan, cada uno tenía unas cualidades diferentes y una perspectivas distintas en las aplicaciones técnicas.”

Por aquella época Kase ya destacaba en combate, durante la posguerra (1945-1952) con Japón bajo el control de las fuerzas de ocupación, tuvo que defender en más de una ocasión el honor del  Shoto-kan y su dignidad japonesa, teniendo numerosos altercados callejeros, de los cuales siempre salió victorioso. Según sus compañeros,  aquella aplicación real de sus conocimientos de Karate, le valió una experiencia inapreciable en combate. ”Para algunos americanos, el hecho de ganar la guerra le daba derecho a ir avasallando a la gente, aparte como eran grandes y fuertes, creían que nadie podía con ellos. Sé que aquello contradecía las enseñanzas de O-sensei Funakoshi ³Karate ni sente nashi² (En Karate no existe el primer ataque), pero era joven, defendía mi dignidad y la de muchos japoneses. También defendí el honor de la escuela. De joven me enorgullecía de ello, hoy en día sé que aquello no es el auténtico Budo, pero en aquellos años alguien tenía que hacerlo y yo era un cinturón negro Shoto-kan.”

Estos encuentros callejeros les grajearon una fama y un respeto por parte de sus senior y compañeros; por lo que no es de extrañar que en 1949 fuera el capitán del Dojo de la universidad de Senshu y aprobará el tercer dan (recordemos que empezó a practicar Karate en 1944). Aquel examen fue el primero que se realizaba, tras acabar la guerra, de nivel sandan (3 dan). “Durante la guerra habían muerto muchos de nuestros seniors. El nivel de Shoto-kan había dado un gran bajón, por eso los cintos más altos sentíamos una enorme responsabilidad. Por aquel entonces nos examinábamos juntos los practicantes de las cincos universidades. El examen consistió en realizar Katas, Kihon y Kihon-kumite. Según finalizábamos cada cosa, nuestros seniors nos puntuaban. En aquel examen, por primera vez, se incluyó, el Jyu-kumite. Yo estaba de acuerdo, con que se exigiera combate en los exámenes de grados. Me toco pelear con Jotaru Takagi y Shimamura. Al finalizar los combates, estaba muy satisfecho de mi actuación en los combates. Entonces, el sensei Okuyama, que se encontraba entre el jurado, se levantó y realizó combate con nosotros. Aquello fue increíble, éramos incapaces de pararle. Atacaba con tal rapidez y seguridad, que cuando nos queríamos dar cuenta, le teníamos encima. Aquello fue para mí, una cura de humildad, pues aunque tenía experiencia en combate, tanto en la calle como en el Dojo, todavía me quedaba mucho que aprender y entrenar para llegar al nivel de mis seniors.”

En ese mismo año, Isao Obata funda Japan Karate Association (J.K.A.), con el objetivo de apoyar la gestión y difusión que estaba realizando Gichin Funakoshi, O-sensei fue nombrado instructor jefe, Isao Obata su director y Kichinosuke Saigo, presidente de la misma. Esta asociación «prácticamente» aglutina a todos los practicantes de Shoto-kan, aunque existen algunas grandes ausencias, entre ellas las de Geshin Hironishi y Shigeru Egami.

En 1951 se graduó en Ciencias económicas, en más de una ocasión ha reconocido que llevado por su pasión por el  Karate y su entrenamientos, no dedicaba casi tiempo a estudiar, luego cuando llegaban los exámenes firmaba
como capitán del equipo de Karate de la universidad y le aprobaban (sus cualidades en combate eran famosas en todas las universidades). También, declaró en una entrevista, que se difundieron por la universidad sus encuentros callejeros con los americanos, convergiéndose en una especie de héroe, ganándose el respeto de todos, incluso el de sus profesores. Poco después de aquello empezó su carrera en la docencia. «Al final de los durísimos años de entrenamiento en la universidad, ya me empezaron a confiar a los alumnos recién llega-dos; hice labores de asistente. Poco después dí clases en algunos Dojos de Tokio, hasta que me convertí en instructor de la J.K.A., donde empecé a formar instructo-res.”

Por su capacidad y cualidades indiscutibles para el combate, la J.K.A. le confía la misión de adiestrar en Kumite a sus instructores, de los tantos maestros que recibieron esta instrucción, podemos destacar: Keinosuke Enoeda, Hideo Ochi, Hiroshi Shirai etc.
El ser el encargado jefe del adiestramiento en combate de J.K.A. conllevaba el ser su representante, junto con el maestro Nishiyama,  de atender los retos que existían en aquella época por parte de otros estilos o practicantes. Que se sepa, nunca perdió un combate “El honor de la escuela estaba por encima de todo. El representar a la Shoto-kan era un gran privilegio, pero también era muchísima responsabilidad; no podía perder ningún combate, por esta razón entraba como un poseso.”

Kase se convierte en una figura emblemática dentro de la Shoto-kan, a mediados de los años 50 es elegido por la escuela y aceptado por el gobierno Japonés, como capitán de una delegación japonesa, encargada de difundir y promocionar el Karate en América y de paso, el gobierno con actividades parecidas o similares a estas, intentaban realizar un acercamiento con el pueblo americano. Para Kase, esa iba a ser la primera vez que salía de Japón “Salimos muy contentos de Japón, todos éramos muy jóvenes. Entramos en América por Hawai. Muchos americanos habían aprendido Karate en Japón. La mayoría era, comparados con nosotros, altísimos y muy
fuertes. Al llegar a un Dojo americano, nosotros queríamos enseñar y practicar técnica, pero uno de ellos insistió en hacer combate. Por mi reputación y como capitán, era yo quien debía pelear. Aquello me lo tome como un encuentro amistoso entre practicantes de Shoto-kan, pero peleando, como se hacía en el Dojo. Nada más salir a pelear, lancé una patada, mi adversario esquivó en sentido contrario y… le rompí toda la dentadura, dejándole sin conocimiento. Rápidamente le llevaron al hospital, allí estuve durante días acongojado, aterrorizado, pensando en lo que le había hecho y las repercusiones que podía tener. Por fin, pude respirar tranquilo, cuando me dijeron, al tercer día, que estaba fuera de peligro (de aquel encuentro, el maestro, conservaba una gran cicatriz en el pie).”

Gichin Funakoshi fallece el 26 de abril de 1957,  a la edad de 89 años. A los  dos meses de su muerte, se celebraron los primeros campeonatos nacionales de Karate organizados por la J.K.A.

A partir de 1964 Kase empieza a salir de Japón con el fin de difundir el Karate Shotokan. Estuvo 3 meses en Sudáfrica. En 1965, volvió a este país con los maestros Kanazawa, Enoeda y Shirai. Ese mismo año realizó una serie de seminarios por Norteamérica y realizó su primer cursillo en Europa, concretamente en Alemania. En 1966 lo haría en Holanda y Bélgica.


En 1967 fue a Italia para ayudar a establecerse al maestro Iroshi Shirai. Hizo lo mismo con el maestro Enoeda en Inglaterra. En ese mismo año, Kase llega a Francia y decide instalarse en París. Tras dar clases durante algún  tiempo en el gimnasio de Hery Plée, decide abrir su propio Dojo. Al principio encontró ciertas «reticencias» hacia su persona por parte de los competidores franceses, pero estas desaparecieron rápidamente tras hacer combate con  los campeones y expertos karatekas de la época; poco a poco, dejó claro que su nivel era muy superior al de ellos y que estos  tenían muchísimas cosas que aprender de él.


Taiji Kase fue nombrado instructor jefe de J.K.A. para Europa.
En noviembre de 1977 realiza su primer cursillo en España, concretamente en Barcelona.


En 1984 decide cerrar su Dojo en París y dedicarse en exclusiva a su trabajo y a difundir su arte por todo el mundo.
En 1989, funda con Hiroshi Shirai, la World Karate Shoto-kan Academy (WKSA) de la cual era Presidente. El objetivo de la misma es preservar el Karate-do tal y como él lo concibe.
El 31 de mayo sufre un infarto, tras 20 días de recuperación en el hospital americano de París, continúa con su difusión del Karate Shoto-kan.

En el año 2001 decide crear su propia asociación. En un principio sus alumnos le propusieron el nombre de «Kase Ha», por respeto a los mismos, decidió llamarla «Shoto-kan Ryu Kase Ha Instructor Academy» (SRKHIA). El objetivo principal de la misma es la de definir y difundir los fundamentos del Karate del maestro Taiji Kase, para así asegurar la correcta transmisión de su legado a la posteridad.

El sensei Taiji Kase falleció el 24 de noviembre de 2004 a la edad de 75 años, tras de sí, dejo una estela de muy buenos recuerdos y grandes karatekas. Descanse en paz.

 


La entrevista, que vais a leer a continuación, está incompleta, pues algunas partes de la misma, han sido incluidas, en la parte biográfica del artículo, enriqueciendo, la historia que nos relató el sensei. No obstante y dada la entidad del personaje, aunque esta no es muy extensa, si que es muy intensa. Como diría el sensei: No es la cantidad, si no la calidad. Y esta última, indiscutiblemente, la tiene.

Según su criterio ¿Cuántas años se requiere de entrenamiento, para adquirir un nivel de Karate?


Lo verdaderamente importante no son los años de práctica, si no el correcto entrenamiento durante esos años, es decir lo importante no es la cantidad sino la calidad. Funakoshi dice, me parece que en su libro «Karate
Kyohan», que 10 minutos de Karate ya tiene efectos terapéuticos. Pero claro, no es lo mismo hacer 10 minutos con Funakoshi que con otro maestro… Todo dependerá del maestro que se tenga.

Hablando de Funakoshi ¿Qué recuerda de O-sensei?
Cuando Yo le conocí era muy mayor. Recuerdo que era muy amable, afable  y tranquilo. Cuando nos corregía o nos enseñaba algo, nos trataba como un abuelo trata a sus nietos. Él no enseñaba deporte, lo que enseñaba era
”esencia” del arte y el “camino de vida”. Era ante todo, un hombre de Budo,yo por aquella época era muy joven y me identificaba más con las enseñanzas de Waka sensei.

¿Y de Yoshitaka Funakoshi?


Al nivel técnico y físico, es a quien considero mi maestro. Por mi juventud estaba muy lejos de poder comprender y asimilar las enseñanzas de O-sensei. Waka sensei era quien mejor  representaba el espíritu del
Shoto-kan. Su máxima era ³rompe el cuerpo para liberar el espíritu². De la dureza de sus entrenamientos y de sus enseñanzas, salieron los mejores maestros del Karate Shoto-kan.

Aparte de Funakoshi padre e hijo, usted ha conocido a otro maestro marcial de la talla de Morihei Ueshiba. ¿Qué recuerda de él?
Fui con mi senior Egami varias veces a visitar a Ueshiba a su Dojo, y le vimos enseñar a sus asistentes. Era una persona muy amable, muy amistosa, y… ¡muy fuerte! No había quien le tocara, era el maestro de las esquivas.

¿Y de Matsutatsu Oyama?


Fui uno de sus instructores de Judo. Un día me dejaron un grupo de cinturones blancos para que les diera clase. Entre ellos se encontraba Oyama. En los años 45 y 46 practicamos juntos Judo en el Kodokan. Un día me enteré que también practicaba Karate e intercambiamos algunas técnicas.Era muy duro, teníamos unas ideas muy similares acerca del combate.

¿A referirse a ideas similares, se refiere a  pelear en Karate al K.O.?
Es fácil romper cosas golpeando fuerte, y el Karate te hace muy fuerte. Pero provocar un K.O. no es cuestión de fuerza, sino de habi-lidad y conocimiento. Se puede noquear a alguien simplemente tocán-dole. Pero el Shotokan de Funakoshi va mucho más allá del K.O.: es lograr alcanzar el Do. Aunque todo esto es muy fácil de explicar, se tarda años en comprender y en sentir?

Quizás los katas ayuden a comprenderlo y a sentirlo ¿Por qué cree que sigue habiendo mucha diferencia entre la ejecución de un Kata de un maestro occidental y a uno oriental?


Hay que distinguir la formalidad de la realidad. La formali-dad es la técnica, la cáscara de los movimientos, pero la reali-dad de un Kata, su interior, requiere de alma. Se puede ejecutar un Kata con una técnica perfecta, pero si carece de alma, no vale para nada, no es real. Recuerdo
que cuando empecé a entrenar en Shoto-kan Dojo, mis seniors nos contaban que cuando Waka sensei hacía un Kata, los que le veían, percibían una sensación de peligro, es decir, notaban como si realmente estuviera haciendo un combate. Y nos decían que así deberíamos de trabajar nosotros.


Al trabajar el kata, teníamos que transmitir a todos, nuestra fuerza interior y nuestra determinación en cada golpe o defensa. Si la gente que ve realizar un kata, no siente nada, es que el kata no esta bien ejecutado.
Y no es una cuestión de técnica, hay practicantes que no tiene la técnica depurada, y en sus movimientos se percibe mas peligro y determinación, que en muchos practicantes que realizan el kata con una técnica perfecta. Lo de estos últimos, no deja de ser mera gimnasia o un ejercicio de baile, con movimientos de Karate.

Sensei, muchos practicantes mantienen que usted en la actualidad practica su propio estilo ¿Es cierto?


Efectivamente, yo hago mi propio Karate. Cada maestro, después de años de entrenamientos, personaliza las técnicas. Esta dependerá del cuerpo de cada uno, de su mentalidad, de su forma de ver y sentir el Karate. Oyama comenzó practicando Karate Shoto-kan y posteriormente introdujo ciertas cosas que aprendió y estudió, dando un concepto nuevo a lo que había aprendido hasta entonces. Hay que tener mucho cuidado con esto, pues se requiere muchos años de experiencia. Yo he adaptado las técnicas, a mi constitución física y a mi mentalidad. Sin embargo, lo importante, no es lo que se ve, sino aquello que no se ve, y ésto es el espíritu del Shoto-kan, el cual permanece inmutable en mi.

Cuando habla del espíritu del Shoto-kan ¿A qué se refiere?
Al espíritu que nos inculcó Waka sensei, al espíritu de los guerreros samuráis. Yoshitaka había practicado Kendo. El Kendo está muy presente en la historia del Japón. Antiguamente había escuelas que entrenaban durante años golpeando miles de veces al día con un Bokken (espada de madera)contra un árbol. Tras 10 ó 20 años lanzando miles de golpes a diario contra un árbol, los espadachines alcanzaban una fuerza extraordinaria. A veces llegaban a hundir el propio Bokken dentro del tronco del árbol, o a romper el palo de un golpe. Luego, en el campo de batalla eran capaces de cortar a cualquiera en dos con un único tajo. Eran verdaderamente temibles.
Yoshitaka no impulsó ese espíritu con sus entrenamientos, nuestros brazos y piernas eran las espadas. De hecho, en el Shoto-kan que nos enseñaba, existían muchos ejercicios que eran del Kendo, por ejemplo el Gohon Kumite (combate a 5 pasos) donde el atacante realiza 5 ataques consecutivos enavance, y quien defiende, realiza 5 defensas y en la última realiza un contraataque. Inclusive algunas técnicas O-waza (larga distancia) etc. Provienen de conceptos del Kendo. Pero como ya  te he dicho antes, lo mas importante es aquello que no se ve y eso era aquel espíritu de bushido queteníamos. Diariamente rompíamos el cuerpo para liberar la mente, puesto que la mente está por encima de cualquier técnica…


Nosotros vivimos una época de guerra, cuando entrenábamos pensábamos: “Es necesario estar fuerte hoy, para morir pronto mañana.” Así eran nuestros entrenamientos, así era nuestra mentalidad. Este es el espíritu del Shoto-kan.

Usted cree que sus alumnos y otros occidentales pueden llegar a captar ese espíritu, el Budo?


Hay gente en Europa que lleva ya 20 ó 30, ó más años practicando con seriedad, que de muy jóvenes fueron grandes com-petidores, pero que ahora están explorando otras vías. Mucha de esta gente yo creo que va por el buen camino y si no han llegado todavía a ese nivel, por lo menos si se encuentra en la vía para encontrarlo.

Usted tuvo graves problemas de salud recientemente, ¿no?
Sí, tuve un problema de corazón muy grave. El médico me dijo que tenía un 90% de posibilidades de no superarlo, que me quedaba muy poco de vida. Eso fue hace ya 3 años, y aquí sigo. El médico aún no se lo puede creer (risas). También me dijo que no volviera a entrenar Karate, pues los esfuerzos físicos intensos pueden resultar fatales, pero yo he vuelto,tranquilamente (más risas). Parece broma, pero en el hospital están muy interesados en mi caso, quieren estudiar cómo el Karate puede ayudar a mejorar notablemente la salud.
Recuerdo que me tomaban la tensión y me decían que ésta estaba altísima, disparada. Yo les decía que me dejaran unas pocas horas y volvieran. Me concentraba y realizaba ejercicios respira-torios, y cuando volvían ya tenía la presión sanguínea perfecta-mente normal. El médico
abría los ojos como platos y, tras comprobar que las máquinas funcionaban bien, llamaba a todo el personal para que viniera a verlo. Y no se trata de cualquier médico, sino de uno muy famoso que trabaja en París. Me preguntóque cómo era posible que el Karate hiciera esto, y yo le respondí que no lo sabía, pero que así era.
Sensei, siendo usted tan mayor, y después de haber estado gravemente enfermo, ¿por qué sigue incansablemente dando cursillos y clases por todo el mundo?    Cuando me encontraba en el hospital me acordaba de Waka sensei, él estaba muy enfermo con tuberculosis, durante el día guardaba cama, pero al llegar la noche, se ponía el Karate-gi y era quien entrenaba más fuerte.
Aquello lo hacía por “giri” hacía su padre y por respeto hacia sus alumnos. Yo tengo un legado, ofrecido por el mismísimo Gichin Funa-koshi. Tengo un Giri (obligación), que es seguir con la labor de desarro-llar el Karate, demejorarlo lo más posible, de volver al gran nivel que se tenía antes de la Segunda Guerra Mundial. Estoy muy agradeci-do hacia Gichin y a Yoshitaka por lo que me dieron, y la forma de devol-verles el favor es trabajando contodo mi alma por el Shotokan.

¿Qué es exactamente el Giri?


Obligación, deuda, agradecimiento, compromiso, deber; todo esto es Giri. Contaré una anécdota real y muy interesante que explica el concepto de Giri. Durante la ocupación norteamericana de Japón, un maestro japonés trabó amistad con un soldado esta-dounidense. Cuando éste iba a regresar a su tierra, ofreció un regalo de despedida al japonés. A los pocos meses, éste envió al norteamericano un gran regalo. El soldado, sintiéndose espléndi-do, respondió con otro regalo de gran valor. Bastantes mesesdespués, volvió a recibir de Japón otro regalo de valor superior, y de nuevo respondió con otro presente aún más valioso. Pasó entonces mucho tiempo, años, hasta que el japonés le envío un último y esplendoroso regalo
con una nota que decía: «Por favor. No me envíes más regalos, me estás arruinan-do».    Usted habla de «volver al gran nivel que se tenía antes de la Segunda Guerra Mundial», ¿a qué ese refiere exactamente?
El Karate llegó a su máxima expresión histórica en el Japón de los años 40. Pero vino la gran guerra, y la mayor parte de los mejores maestros de Karate murieron en combate, desapareciendo de golpe su legado. Siguió una generación de karatecas huérfanos de grandes maestros, por lo que el nivelbajó muchísimo. Mi ambición es lograr que se vaya recuperando el nivel alcanzado hace más de medio siglo.

¿Usted cree que si el Karate fuera olímpico, ayudaría a subir el nivel?
Aquello es algo irrepetible. Se dieron un cúmulo de circunstancias de las que salieron los mejores maestros del mundo de Karate. Fueron unos momentos excepcionales, unas personas excepcionales, un espíritu, que fue el promotor de todo aquello y el resultado…
Respecto al tema de la olimpiada, me parece bien, porque esto va darle mucha publicidad, que va a hacer que mucha gente se acerque a los gimnasios a apren-der. Que luego los maestros y profesores seamos capaces de orientar a toda esa gente hacia el Do (la vía), hacia el verdadero Karate,dependerá de nosotros. No hay que olvidar que el Karate de competición es una etapa muy corta, quizás la primera del escalafón. Si existe una base, se podrá seguir subiendo peldaños, ya que unos conocimientos, te sirven como base para descifrar otros y ésto a su vez son el escalón que tepermite subir un peldaño en la escalera hacia el onocimiento, hacia el “Do”.

Por último ¿Qué consejo daría a nuestros lectores? 

   Que busque un buen maestro y sobre todo que entrenen. Yo cada día encuentro cosas nuevas en Karate. No es que invente nada, ya están ahí, lo que pasa es que según vas evolucionando, vas encontrando y comprendiendo cosas, que antes para ti eran inimaginables.

Esperamos que este trabajo, sirva como homenaje de la revista, a uno de los grandes maestros de la historia de Karate en general y en particular del Shoto-kan.

 

Pedro Conde


Acerca de Martín Fernández

Martín Fernández Rincón, 8º Dan de Karate RFEK / Entrenador Nacional / Juez del Tribunal de Grados. Instructor KSK-Academy. Diplomado en Educación Física UCLM. Director Técnico del Dojo FujiYama (Albacete) Email: info@kaseha.eu